
Llueve. Llueve mucho. Ha estado toda la noche lloviendo. El tamborileo de la lluvia en la claraboya del patio interior apenas deja dormir. El viento de poniente azota con fuerza la pared del dormitorio y ráfagas de lluvia golpean estrepitosamente la ventana a intervalos irregulares. De vez en cuando se adivina en el horizonte un relámpago que no anuncia nada bueno, más lluvia seguramente.
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