Vender mierda.

Con este título no quiero hablar de los honrados vendedores de abonos para cultivos. Tampoco quiero hablar de los algo menos honrados políticos y banqueros que dirigen nuestras vidas. Aunque parezca mentira, tampoco quiero hablar de la ceremonia de los Oscar y de la nominación de Pé al Oscar (¡así de devaluados están estos premios, amigos!). No, con este titular quiero hablar de algunos anuncios de televisión.

Cuando el producto que tienes entre manos es una mierda o es tan feo que no lo querría el fabricante para regalárselo a su madre, es cuando las agencias publicitarias tiene el difícil cometido de vender mierda. Últimamente esto es particularmente notable en dos anuncios. Uno es el del Kia Soul, probablemente el bicho más feo que se puede ver sobre cuatro ruedas; así que los publicistas han decidido decir un montón de palabras y frasecillas inconexas y sin sentido para ver si así la gente se identifica con alguna y, de paso, deja de pensar en lo feísimo que es el coche. Aunque el anuncio es tan malo como el pulso del que diseñó el coche, al menos hay que reconocerle la creatividad y el trabajo que han hecho.

El otro es el de una empresa que no pienso citar aquí porque el anuncio es tan repugnante que cada vez que lo veo me revuelve el estómago. En el anuncio de marras se ve a un tío mirando el correo, y al ver lo que paga de teléfono (el muy gilipollas) le dan arcadas (como al espectador) y vomita todo lo que lleva dentro, poniéndonos el “director” del anuncio un buen primer plano de la “pota”. El anuncio es una demostración palpable de que cuando el producto que se tiene entre manos es una mierda, los publicistas optan por ser espectaculares para que no se note. Eso, señores publicistas, es vender mierda.

Espero que a esa agencia no le den nunca una campaña de compresas.